Ariana & Luz

 En la terraza. Todavía hay luz. Hay algunos brillos en la baranda y son muy molestos. Cuando me corro un mechón de pelo de la cara, me doy cuenta de que lo tengo suelto. Que irritante, debería cortármelo, ya es un hecho, no más pelo largo. De repente siento algo. Me esta haciendo mimos con las uñas en la cintura... Me había olvidado de que ella seguía ahí.

Un pájaro negro estaba jugando con mi remera. Si la rompe, no pienso agarrarla de nuevo, mejor me pongo la campera y listo...

-Qué estás pensando? -Odio esa pregunta... Y cada vez que me pregunta eso, la odio unos segundos por ser tan... no sé, tan obvia.

-Nada -Qué oríginal...

Corre un viento suave y me doy cuenta de como se le pone la piel de gallina, sentí un temblor muy leve.

 No soy estúpida. cada vez que le pregunto eso, pone esa cara de desagrado tan común en ella. No creo que sea consciente cuando la hace. Pero la hace, y eso siemrpe la delata.

 Están cayendo ojas. Qué raro, no creí que las ojas llegaran hasta la terraza. El pajarito parece estar tratando de llevarse la remera. Vinieron otros dos y la terminaron por romper. Cuando volvamos nos van a preguntar qué pasó... 

 Antes de que se den cuenta, los mosquitos se juntaron como en una nube. A los apurones tuvieron que levantarse y vestirse. "Ponete algo!" dice una "La remera está rota, no la voy a llevar!". Entran y cierran la puerta. Están descalzas. Pero no pasa nada, ya habían subido descalzas. Entonces la miró. La miró como no la veía en varios meses. Con el pelo morocho caído sobre la cara en mechones despeinados, los labios carnosos entreabiertos y los ojos desorientados con esa expresión que hacía con las cejas. La acercó de un tirón del brazo y mientras la besaba acarició su cintura y sus costillas, subió la mano izquierda y le masajeo el pecho con suavidad. Ya estaba atardeciendo.