jueves, 21 de enero de 2010

A elección

Tres cintos, vidrios rotos, manchas en el colchón. La sangre purifica, la rojiza oscuridad se salpica en el cuarto derruído. El camino a la escalera, descalzo sobre el piso de baldosas frías, esquivando bichos y fragmentos de gruesos cristales. El frío húmedo del hierro de la escalera sube desde el talón hasta la nuca, está temblando. El cielo se refleja en el suelo mojado de la terraza. De nuevo luna roja. Pero llegan de nuevo, y trajeron compañía. Otra noche que reprimir en la memoria.
-Por qué?
-Porque sí.
Es probable que por ello no recuerde su simple identidad. Será que la tuvo? No hay recuerdos, ni por lo tanto evidencia. "Críado por mis hermanos" No más que eso. Ahora lo arrastran escaleras abajo. Las pastillas y el frío adomecen los sentidos, pero la memoria es la que cuesta manipular.
Un día decidió que no habría más. Tapado en sus harapos se subió al tren. Decidió no ser más parte de aquello.

  


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